Hoy Luka Modric es uno de los mejores jugadores de Tottenham. Es de los más técnicos y habilidosos del equipo y desde la llegada de Rafael Van der Vaart ha explotado su capacidad para ver el juego, ya que encontró en el holandés a un socio perfecto para sus pases y sus jugadas.
Luka llegó a Tottenham en 2008 desde Dinamo Zagreb de Croacia por 16,5 millones de Libras Esterlinas (21 millones de Euros). En estos dos años fue la revelación de la Premier League y grandes equipos como Manchester United y Chelsea ofertaron por el habilidoso croata, pero Luka se negó a irse de los Spurs y renovó hasta el 2016. Modric afirmó al firmar el nuevo contrato: “Este equipo me dio la oportunidad de comenzar en la Premier y quiero lograr muchos éxitos con esta camiseta”.
Pero antes de ser adquirido por los Spurs, Modric tuvo un pasado negro. Una infancia muy difícil. Cuando Luka tenía 6 años, se desató en Croacia la Guerra de la Independencia. Por aquellos años, se caía el comunismo en Europa del Este. Y una de las potencias que se desmembraba era Yugoslavia. Croacia luchó por su independencia y en el frente de batalla, Luka perdió a su abuelo. Su padre se alistó en el ejército croata que buscaba, junto a todo su pueblo, separarse de Yugoslavia. De esta manera, Modric junto a su madre y sus hermanos debió alojarse en un hotel en Zadar una de las principales de Croacia.
En ese contexto, con apenas 6 años, Luka comenzó a jugar con la pelota junto a sus amigos. Cuando el padre volvió de la guerra, vio que su hijo tenía buenas virtudes como futbolista. Entonces, sacrificó su pensión como veterano de guerra para enviar a Luka a la escuela de fútbol del NK Zadar. En 2002, el equipo más importante de Croacia, Dinamo Zagreb contrató a Luka con 17 años. El resto es historia conocida.
Luka nunca se olvida de su infancia y siempre resalta que eso lo marcó de por vida. “Fue una época difícil, tuve que crecer con rapidez. Todavía visito la tumba de mi abuelo cuando puedo, lo recuerdo siempre. A la fuerza de su memoria”.
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